El cambio climático afecta a varios aspectos de la vida, incluida la seguridad vial. El clima puede afectar el tráfico a través de cambios bruscos o graduales. Dentro de los factores que pueden causar alteraciones en la seguridad vial se encuentran las modificaciones en las lluvias, la temperatura, las heladas, el viento, la niebla o el aumento del nivel del mar.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), han evaluado la vulnerabilidad de las carreteras y vías de ferrocarril españolas frente a los posibles cambios climáticos. Estas investigaciones plantean que las infraestructuras de transporte se verán afectadas por cambios de temperatura, precipitaciones y por el aumento del nivel del mar.
Según estos estudios, con el incremento de las temperaturas se pueden producir deformaciones de las vías del ferrocarril y provocar el agrietamiento y el ablandamiento del asfalto. Asimismo, hay un mayor riesgo de incendios forestales que pueden provocar el corte de las carreteras y las vías de ferrocarril.
Con el aumento de la precipitaciones se podrían generar deslizamientos de tierra o sobrecarga en los drenajes. Las lluvias extremas pueden inundar las carreteras y afectar la estabilidad del asfalto. El aumento del nivel del mar, podría provocar inundaciones donde los soportes de los puentes y la estructura de las infraestructuras también se verían afectados.
Los posibles efectos del cambio climático en las vías y carreteras son variados y requieren de medidas de prevención y mantenimiento para conseguir evitar consecuencias graves en la seguridad vial.
Además de los daños que puede causar el cambio climático a la infraestructura de las carreteras y vías, también puede afectar la circulación de los vehículos.
Los estudios muestran una gran disminución en la velocidad del tráfico debido a las altas temperaturas, la formación de hielo y los fuertes vientos, que también pueden provocar desvíos de trenes. En relación a la seguridad vial, se prevé un aumento de accidentes debido al aumento de las precipitaciones.
Las fallas en otras áreas, como los cortes de energía eléctrica, pueden provocar interrupciones en los trenes. El fallo en las señales luminosas y en vehículos eléctricos puede aumentar la congestión y reducir la seguridad vial.
Frente a este contexto resulta imprescindible que los conductores estén bien informados y tengan presente diversas medidas de precaución para la conducción en condiciones climatológicas adversas.
La infraestructura de las carreteras y ferrocarriles están basadas en condiciones climáticas pasadas. Al cambiar estas condiciones, las infraestructuras de transporte pueden resultar afectadas. El cambio climático puede acelerar su degradación a la vez que se incrementarán los costes de adaptación y mantenimiento.
Frente a este contexto, las medidas proactivas pueden reducir considerablemente los impactos y costes. Para paliar estos efectos y mejorar la seguridad vial, se pueden adoptar diferentes estrategias para conseguir adaptarse al cambio climático: modificar aspectos relacionados a la construcción, revisar las prácticas de mantenimiento, informar a los conductores sobre la situación ofreciendo alternativas de circulación, etc.
Resulta importante poder evaluar cuales son las infraestructuras que son un componente crítico en la seguridad vial para lograr priorizar los recursos económicos. Es decir, si un componente tiene una alta probabilidad de sufrir un inconveniente y sus repercusiones tienen gran alcance, se lo puede considerar un componente crítico que requiere prioridad de intervención.
Accionar con estrategias de mantenimiento, puede retrasar el deterioro de las carreteras y evitar daños graves que interrumpan el tráfico y generen accidentes viales.
Frente a este contexto de cambio climático, los conductores pueden aportar su grano de arena para reducir el impacto medioambiental. A continuación detallamos algunas de las posibles acciones que recomienda la DGT:
Reducir los viajes en coche, utilizando otros medios de transporte como la bici. También es posible utilizar otras alternativas como el transporte público o vehículos compartidos que mejoran la fluidez de las calles. Otra opción es utilizar vehículos con menos emisiones, como los coches eléctricos o coches que cuenten con etiqueta medioambiental.
La reducción de velocidad, además de reducir las colisiones mortales, reduce el ruido y reduce el consumo de combustible y por ende las emisiones.
Al comprar un coche se puede investigar sobre el consumo y emisiones de CO2 que figura en la etiqueta medioambiental. La etiqueta de la DGT refleja el potencial contaminante del vehículo. Estas etiquetas se dividen en: Cero, ECO, C Y B.
Revisar la presión de los neumáticos de forma periódica, es recomendable por seguridad y también por ahorro en el consumo y en consecuencia en sus emisiones. Además, reduce el desgaste de los neumáticos que al sustituirse genera un residuo que cuesta reciclar.
Según el Ministerio de Medio Ambiente, el 3% de los incendios se originan por colillas de cigarrillos abandonadas o arrojadas desde los vehículos. Esta acción es sancionable con 200 euros de multa. Es indispensable estacionar los coches en zonas habilitadas o totalmente despejadas de pastos o matorral, ya que con el contacto del tubo de escape podría incendiarse.
Rebajar un 10% el peso del coche equivale a una reducción de consumo de 6%. Por eso es importante evitar llevar objetos de peso innecesario.
Una conducción a velocidad constante, sin maniobras bruscas, rebaja el consumo y las emisiones a un 15%. Además, una conducción eficiente aporta seguridad y confort, evita desgaste y ahorra en mantenimiento.
Si el coche está en óptimas condiciones podrá ofrecer mayor seguridad, consumirá menos y reducirá las emisiones. Por ejemplo, llevar limpio el filtro del aire reduce un gran porcentaje del consumo y las emisiones.
